Katherina Goregliad Psicóloga – Terapeuta

Hace unos días, subí en el BLOG del Centro Psicológico Cuéntame, el comentario denominado “De los Pelos con los Celos” donde hablo, grosso modo, sobre esta problemática. Principalmente se comentó, que una de las razones por las que se originan los celos es la objetivización del otro para satisfacerme. La incertidumbre, frente al tema de la infidelidad, hace que cosifique a la pareja y la trate como un pedazo de carne expuesta a mis necesidades de consumo.

También se puede mencionar, que aquella persona celosa ha sufrido problemas de apego. Sus relaciones primarias, es decir, con papá y mamá, han sido perturbadoras en algún sentido. Por ejemplo, aquellos padres que rechazan a sus hijos cuando estos le piden afecto, es más, muestran repulsión hacia el menor; hemos oído frases como “fuera de aquí mocoso de mierda”, “ándate con tu padre, que él te soporte”, etc. Actos como estos influyen en la conducta de quien después muestra celos pues reclama, desmedidamente, el afecto que no recibió de los padres. Claro está que no todo es cuestión de apego; en el tema de los celos hay mucho más.

Quiero exponer algunos rasgos de la persona con problemas de celos: Tienen dependencia emocional, inseguridad de uno mismo, pensamientos distorsionados, sensación constante de abandono, siempre busca apoyo y ser reafirmado en los actos que realiza (por ejemplo, el celoso te preguntará, constantemente, ¿me amas?)[1]

De los celosos y celosas, se puede hablar ampliamente; hay tipos como los camuflados, por ejemplo:

  1. Hola amor, cómo estás, qué estás haciendo” (llamadas o mensajes de forma excesiva durante todo el día) Quieren hacer creer a la pareja que están preocupados(as) por ellos(as) o que los extrañan, pero en realidad necesitan “controlar al otro”. No confían y desean saber los movimientos de la pareja. Si pudieran ponerle un GPS a su pareja sin duda lo harían.
  2. Tono disimulado: ¿Amor vas a salir el fin de semana con tus amigas? Pensé que podíamos quedarnos en casita, comprar comida y ver películas; sabes que te extraño porque no nos vemos mucho durante la semana.

Los camuflados, definitivamente, son manipuladores. Juegan a ser la pareja comprensible, pero en realidad movilizan las emociones del otro para conseguir lo que quieren.

  1. ¿Y… con quién trabajas? ¿Todas esas personas son casadas? Muéstrame sus fotos porque sabes que soy intuitivo(a) y sé ver en la cara de los demás realmente quienes son o si te podrían hacer daño.

Aquí el celoso(a) se siente “vidente” o “pitonisa” para decir que solo viendo las fotos determinará la personalidad y las acciones que pueden cometer. Sí, quizá pueda prever el comportamiento de las personas un profesional que haya estudiado sobre expresiones faciales y/o movimientos corporales, pero para lo que se viene narrando, sobre los celos, no aplica. Lo que realmente hace es ver quien es la amenaza potencial, el que puede arrebatarle a la pareja; en este caso, el celoso(a) tiene pensamientos y percepciones distorsionados.

Estos ejemplos mencionados, no abarcan aquellos actos de violencia física contra la pareja producto de los celos (esto lo veremos en un próximo comentario). Sí denotan un fuerte componente de dependencia emocional que puede equipararse al de una adicción, convirtiendo la relación en una tóxica; se va subiendo el tono y comienzan frases como: “O eres mía o de nadie”, “prefiero verte muerta que con otro”, etc.

Finalmente, y para cerrar esta segunda parte del comentario, puedo decir que en todos estos años como terapeuta he oído frases como: “Yo no soy celoso, soy competitivo”, “yo no la celo, la cuido” “yo no desconfío de él, sino de la gente que lo rodea” También he tratado celosos(as) que puede pasar horas cerca del trabajo de la pareja para ver a qué hora salen y con quién. Sé de aquel que revisar la ropa interior y/o los genitales para ver si hay muestras de algún fluido extraño o si tienen olor a “sexo”. Estas personas necesitan ayuda.

El problema que generan los celos es grave y nos destruye. El celoso(a) no te está cuidando ni se preocupa por ti, todo lo contrario: recorta tu individualidad, te está volviendo su objeto y quizá termine lastimándote psicológica y/o físicamente. Acude a terapia porque lo que parece una pequeña escena de celos, puede ser tu último acto de vida.

[1] CUESTA BAYÓN, M.ª T. (2006) INTERVENCIÓN COGNITIVA EN UN CASO DE CELOTIPIA en ACCIÓN PSICOLÓGICA, enero 2006, vol. 4, n.o 1, 71-82 71