Katherina Goregliad Psicóloga – Terapeuta

Uno de los problemas más recurrentes y que genera altos índices de ruptura, en la pareja, es la desconfianza y los celos. Estos generan sensación de inseguridad en el otro, angustia y pensamientos destructivos  “Siempre pienso que me va a engañar”. Y es que la desconfianza y los celos van relacionados al acto de la infidelidad; si no recordemos a Otelo, quien terminó trastorrnado y delirante porque estaba convencido que su pareja, Desdémona, le era infiel.

Cuando la desconfianza y los celos se insertan en nuestra mente y corazón, no hay quien la detenga. Los celos pueden convertirse en un problema patológico (CELOTIPIA) de tal manera que afecta nuestra salud física y, sobre todo, la mental. Si notamos que producto de los celos no podemos realizar nuestras labores cotidianas, debemos buscar ayuda profesional.

Conforme lo dice Echeburúa: “Los celos constituyen un sentimiento o una emoción que surge como consecuencia de un exagerado afán de poseer algo de forma exclusiva (me perteneces) y cuya base es la infidelidad -real o imaginaria- de la persona amada”[1]

En las siguientes líneas, quiero presentar una breve reflexión sobre el tema. No pretendo agotar el debate social y/o académico que merece, solo intento trasladar la experiencia que me da la consulta psicológica; quizá de este breve comentario de blog se desprendan otras reflexiones al respecto. Entonces, ¿De dónde nacen los celos? ¿Cómo se genera desconfianza en la pareja? ¿Deben confiar ciegamente en mí, de lo contario no me aman? ¿Debemos construir confianza en el otro o basta simplemente con la promesa de encontrarse viviendo una relación sentimental? ¿El matrimonio y/o la convivencia es garantía de fidelidad? Vamos poco a poco.

Todo nace del tergiversado sentimiento de “posesión” es decir, trasformo al otro en objeto. Nuestras estructuras mentales han sido creadas bajos los esquemas de “lo mío es mío”; vemos, por ejemplo, en los niños cuando no quieren compartir sus juguetes porque sienten que ya no lo volverán a tener y ese objeto les da placer. Comienzan a sentir angustia, precisamente, por el sentido de pertenencia. También lo notamos cuando hacemos bromas como: “ella es mi mamá”, a lo que inmediatamente responden, a veces hasta de manera agresiva y firme, “no es tuya, es mía”. Nuevamente el sentido de pertenencia y de pérdida va unido. Resumiendo, hay miedo y tristeza frente a la pérdida.

De forma similar se da en las relaciones de pareja. El sentido de pertenencia en las parejas se encuentra tergiversado. Ya no veo a mi pareja como mi Compañero de Vida, sino como un objeto que está a mi lado para satisfacer mis necesidades (no hablo solo de las sexuales) y si me lo quitan pierdo aquello que da placer. En ese momento, pasé de tener una relación sentimental a ser el Amo y Señor de la relación, el Patrón (a) que ordena, fiscaliza y, sobretodo, castiga.

Veamos algunos ejemplos: alguna vez oíste esta frase: ¿Vas a salir con esa blusa? ¿A quién quieres provocar? Otros son más sutiles al momento de decirlo: Amor, hace mucho frío… porque mejor no te pones un saco encima de la blusa y así no te resfrías. Estos ejemplos, son una pequeña muestra de frases que, en algunos casos de forma directa y en otra disimulada, son manifestaciones de celos. ¿Por qué pasa esto? Recuerda que ahora él/ella te ve como “objeto de sus deseos”. Cuando oigas este tipo de frases tienes un problema de celos.

Otra de las preguntas son: ¿hay grados de celos? Existen grados según la doctrina; sin embargo, por experiencia, puedo decir que es un límite complejo de identificar. Sí puedo darte algunos tips para que reconozcas a alguien con problemas de celos:

  1. Pensamientos distorsionados respecto a la realidad: Por ejemplo, alguna vez has oído: “por qué no me contestas el teléfono, seguro estás con otro(a)”
  2. Sospechas infundadas: ¿Por qué ahora llegas 20 minutos más tarde, si siempre llegas a las 5:45 pm?
  3. Pérdida de control ante los celos: “eres una mentirosa(o)” “eres una puta(o)” “eres una perra(o)”

Finalmente, y para cerrar la primera parte de esta breve reflexión sobre los celos, debo decir que en toda relación de pareja existirá cierto grado de incertidumbre. Ten en cuenta que en la vida nada es para siempre. Si no es la propia pareja que se separa producto de los celos o por un tercero en caso de infidelidad, será la muerte la que lo haga.

Sin embargo, la incertidumbre no debería destruirnos ni mucho menos hacer que destruyamos la vida de quien decimos amar. El amor no es posesión ni obsesión, menos la cosificación del otro. Para lograr reducir la incertidumbre propia de la vida, ama a tu pareja todos los días como si fuera el último. Siembra y vas a cosechar amor, compromiso y lealtad.

[1] CUESTA BAYÓN, M.ª T. (2006) INTERVENCIÓN COGNITIVA EN UN CASO DE CELOTIPIA en ACCIÓN PSICOLÓGICA, enero 2006, vol. 4, n.o 1, 71-82 71