Katherina Goregliad Psicóloga – Terapeuta

Calladas, con la cabeza gacha, con los pómulos morados, sin poder de opinión ni decisión. En la cocina sirviendo al marido, quien critica la sazón de la comida; cambiando el pañal a los niños, limpiando los baños y trapeando la sala y el comedor. Soportando las infidelidades, la falta de caricias y los desplantes de la familia política ¿te imaginas estas escenas? Pues son parte, aún, de la realidad que viven muchas mujeres en el Perú y, me atrevo a decir, en el mundo. No es malo atender las tareas del hogar, lo impropio es ser maltratada si no lo hacemos. Lo denigrante es que nos traten como objetos. Hoy por Hoy, nosotras las mujeres, seguimos luchando contra el machismo que se empodera, humilla y somete.

Al leer el párrafo anterior, quizá merodeen frases como: ¡pero el ser maltratada dependerá de la mujer! Y no te falta razón. Pero en ese contexto, donde hay una estructura de poder liderada por el patriarca, la autoestima de las mujeres está destruida y no es fácil enfrentar al agresor; por eso callan. Las mujeres nos enfrentamos a casos como por ejemplo, el de asistir a una dependencia a hacer nuestra denuncia y recibimos frases como: “qué habrá hecho pues señora”, “pero sólo le ha gritado”, “es su marido señora, respételo”, etc. ¿Cómo no tener miedo a una estructura donde el pensamiento es netamente fálico (pene = poder)? La mujer sigue siendo canibalizada.

Una de las mujeres que ha luchado contra la opresión del machismo fue Simone de Beauvoir; a ella se le atribuye la frase: “La mujer no nace, se hace”. La filósofa francesa hace notar las mujeres son relegadas a un segundo plano, es decir, son el “segundo sexo”. Por ello, somos acompañantes en la historia, no protagonistas. Sin embargo, debe entenderse que no somos menos que los hombres; somos seres humanos que merecemos reconocimiento, respeto y oportunidad. Lamentablemente, esto no es así, basta con mencionar la gran diferencia salarial que aún existe entre hombres y mujeres.

Sin importar la inminente realidad, nosotras las mujeres somos luchadoras, aguerridas y emprendedoras. Somos madres coraje y esposas apasionadas. Por ende, nuestra búsqueda se plasma en el reconocimiento que el Estado debe darnos en el nivel de derechos civiles, sociales y políticos. Sin embargo, aún este reconocimiento se da medias tintas.

El 8 de marzo se celebra el día Internacional de la Mujer. Una fecha en la que debemos recordar que somos fuertes de corazón y no debemos dejar que nadie nos oprima, ni maltrate física ni psicológicamente. Nadie debe esclavizar nuestros anhelos y sueños. No permitas que corten tus alas y te enjaulen demostrando así ser el amo o patrón de tu vida.

Finalmente, te recomiendo lo siguiente:

  1. Busca ser libre e independiente: que nadie te someta ideológicamente, sentimentalmente o económicamente. El serlo te dará seguridad y no habrá apego de ningún tipo.
  2. La última oportunidad: es la frase con la que el agresor suele disculparse y tenerte entre sus manos una vez más. El que violenta contra ti no va a cambiar. Aquel que te rompió el pómulo derecho, en algún momento buscará el lado izquierdo. No dudes y denuncia al agresor.
  3. Quiérete, acaríciate, explórate, amate.

Ser mujer es maravilloso.